No le recomiendo a nadie comprobar que el último tocho de Dan Brown está compuesto por 617 páginas de papilla judeomasónica new generation que podrían resumirse, literalmente, en estas dos. A eso se le llama inflar el pavo.
Mimaki fue un creativo publicitario que abandonó el oficio para dedicarse a la vida contemplativa. En la actualidad se le podría catalogar como manipulador digital a tiempo completo, o rompepelotas disidente part-time. Considerado peligroso, va armado con un Mac G-5 del que no duda hacer uso indiscriminadamente.
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