Después de que el vetusto camarero sirviera otra ronda de café y
azucarillos, Don Mariano apuró su copita de ojén para perorar
campanudo ante sus incondicionales tertulianos:
- Mirusted, mi posición es la misma que en siglos anteriores:
que la deuda privada se pague con dinero público, que se despida
cuanto más baratito mejor, que se bajen los impuestos a las
empresas y a las gentes de orden, que se reduzca el gasto social
y, naturalmente, que se bajen los salarios...
- Ahí le ha dado usted Don Mariano, ¿y que nos dice de Zapatero?.
- Un tipo de una desfachatez sin límites, irresponsable, antojadizo
inconsecuente, acomplejado, confuso, indigno y cobarde.
Un político radical, taimado y maniobrero.
En fin, un señor bastante poco de fiar, ambiguo, impreciso, débil
e inestable...¡Que le voy a decir yo que usted no sepa,
amigo Romerales!.
_ ¡ Camarero, otra copita para Don Mariano que hoy está
inconmensurable!
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