Se desliza entre dos aguas con la untuosidad del calamar
en su tinta. Nada y guarda la ropa con el disimulo de un
pulpo en un garaje. Ejerce como pez piloto de grandes escualos,
pesca en ríos revueltos y es el besugo preferido de la cocina
popular madrileña. Bonito ejemplar de merluzo.
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