Más allá de que Don Mariano presente síntomas de doble
personalidad, o de que José María Aznar pueda tener veleidades
bipolares, el Partido Popular tiene un problema de identidad
crónico que se debate entre la derecha sin complejos y los
complejos de la derecha.
Por más que eminentes doctores hayan diagnosticado el mal,
recetándoles la homologación con sus colegas internacionales, los
populares continúan su cansino viaje al pasado, siempre con la
cruz de la Iglesia a cuestas.
Cuando es probable que una mayoría de votantes moderados
españoles podría considerar que, entre Aznarín y Marianón,
se quedan con Gallardón.
¿Que sería de los blogueros graciosillos entonces?
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