Cuando alcanzó la plataforma salvadora que se mecía en las frías aguas del Cantábrico, una enorme oreja emergió de las profundidades, provocando que el bañista se derpertara empapado en sudor en su dormitorio monclovita.
Mimaki fue un creativo publicitario que abandonó el oficio para dedicarse a la vida contemplativa. En la actualidad se le podría catalogar como manipulador digital a tiempo completo, o rompepelotas disidente part-time. Considerado peligroso, va armado con un Mac G-5 del que no duda hacer uso indiscriminadamente.
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