Cuando trabajaba en publicidad me tocó hacer una campaña para
la marca Castillo de Marcilla, que por aquel entonces tenía problemas
con la recordación de su nombre.
Así que no se me ocurrió nada mejor que contratar a Carmen Sevilla,
famosa por sus equivocaciones linguísticas en televisión, para tratar
de resolver el problema a base de notoriedad.
Como era de esperar, a la hora de rodar el spot Carmen se equivocó
todo lo que estaba en el guión y más.
Ella tenía de decir: " Les presento a las verduritas Castrillo de Motilla,
no, no, Campillo de Casilla...Cacillo de Mantilla..., no, Carmen,no,
¡ Castillo de Marcilla! No te confundas..."
Y acabó diciendo Costrillo de Castilla, Cotillo de Montilla...
y ¡Caudillo de Melilla!!!
Caudillo de Melilla, genial nos dijimos todos, abrazando a una
Carmen Sevilla desternillada con su ocurrencia.
Menos divertido fue cuando presentamos la campaña al cliente que,
después de recuperarse del susto, nos indicó amablemente que
todo muy bien pero con el Caudillo ni media broma y de Melilla ni
hablar, que él había hecho la mili allí y tenía muy buenos recuerdos.
En aquel negocio pasaban cosas así de extravagantes.
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