Cada vez que González Pons pretende sacar tajada populista de un asunto de Estado, se retrata como un descarado agitador que no conoce la vergüenza. Ahí lo tenéis en Melilla, a donde a acudido en plan bombero de guardia para echarle gasolina al fuego.
Mimaki fue un creativo publicitario que abandonó el oficio para dedicarse a la vida contemplativa. En la actualidad se le podría catalogar como manipulador digital a tiempo completo, o rompepelotas disidente part-time. Considerado peligroso, va armado con un Mac G-5 del que no duda hacer uso indiscriminadamente.
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